Si alguna vez, la noche oscura, de esas en que la luna es esquiva a iluminar tu camino, te sorprende caminando por los polvorientos senderos de algún pueblo andino, es probable que una visita insospechable altere tu tranquilidad. Es el sombrerón, con su negro caballo y sus perros, que ha decidido cruzarse en tu ruta.
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